EL FUTURO DE LA RELACION ENTRE PUERTO Y CIUDAD.
21 octubre, 2019
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EL FUTURO DE LA RELACION ENTRE PUERTO Y CIUDAD.

Javier Domínguez Rodrigo.Arquitecto

Arquitecto

 Desde que la Escuela de Chicago introduce las bases de la sociología urbana, el análisis socioeconómico de las transformaciones de los usos del suelo resulta imprescindible para entender la evolución urbanística, demográfica, morfológica y patrimonial de la metrópoli.

De ahí que los principales actores políticos implicados en la polémica puerto-ciudad pongan el acento en la elevada cuantía de los fondos privados a invertir (1.100 millones de euros) y en la importancia de sus futuras rentas para las finanzas locales.  

Nada nuevo en el debate, ya que Valencia posee un gran frente litoral y  a lo largo de su historia, la implantación de actividades terciarias asociadas al mismo, especialmente marítimas, financieras y comerciales, ha sido una de las palancas de su progreso económico.

 Es un error polarizar la controversia acerca de la ampliación de la terminal de contenedores, contraponiendo la cuestión ambiental a los beneficios laborales, tecnológicos, pecuniarios, fiscales,… de la operación. El nudo gordiano del problema no está en el diseño de un macromuelle, sino en el modelo productivo, territorial y social de la ciudad que se quiere construir para las próximas décadas.

Se trata de una decisión estratégica de una enorme repercusión para las generaciones venideras, con implicaciones de calado que exigen respuestas veraces: ¿Qué consecuencias ambientales tendrá pasar de un tráfico de 6.000 a 12.000 camiones diarios? ¿Cuál será la solución al acceso norte: subterránea por el interior -Cabanyal-, aérea por la costa, túnel submarino,…? ¿Cuánto se sufragará con recursos públicos y con qué tasa de retorno? ¿Sólo 800 millones? ¿Cuál será realmente la cifra de empleos generados y con qué rango de calidad?

¿Cómo repercutirá el proyecto en el waterfront de la capital? ¿En que afectara a los ecosistemas marinos el tráfico intenso de grandes buques de mercancías y cruceristas? ¿Se han evaluado las consecuencias de un fallo de seguridad o de un accidente con mercancías peligrosas? ¿Cuál es la probabilidad de que grandes barcos encallen en las playas, como hizo el BSLE Sunrise? ¿Se barajan alternativas, como trasladar la ampliación a Sagunto Port?

¿Cómo se compatibiliza el carácter lúdico de la dársena con las gigantescas plataformas de containers que la circundaran? ¿Cómo se resuelve el encaje de usos: deportivo, pesquero, pasajeros,..? ¿Qué quedara del Concurso Internacional de 2006 y de las ordenaciones de Von Gerkan y Jean Nouvel –primer premio exaequo-? ¿Se va a soterrar la línea férrea Valencia-Barcelona?

Resulta indudable que una cuestión tan compleja exige una reflexión clara, transparente y leal entre las tres administraciones implicadas, a fin de garantizar un amplio consenso institucional, político, empresarial, técnico y ciudadano sino quieren repetirse errores del pasado.

Se olvida que hace apenas un siglo Valencia era una urbe ruralizada con un 43% de su población activa adscrita al sector primario. Y que el milagro español, si bien supuso un periodo (1959-1973) de elevado crecimiento, conllevó un impacto territorial y demográfico con evidentes efectos negativos: suburbanización, concentración de actividades terciarias en el casco antiguo, gentrificación, masiva destrucción del patrimonio arquitectónico,…

Porque la tensión puerto-ciudad viene de lejos y su conexión viaria significa un auténtico vía-crucis para el cap i casal, que ha tenido que plantar cara a propuestas como la del Plan General de 1966 de trazar una autopista elevada por la playa y cruzando los muelles. O la realización de un acceso rodado por el cauce del río Turia, paralizado por la presión popular.

 Hoy el Jardín del Turia constituye el principal pulmón verde y uno de los mayores logros del urbanismo municipal del periodo democrático, a pesar de que tiene todavía pendiente su último tramo -Parque de Desembocadura- ligado al nuevo barrio del Grao-Cocoteros, que mantiene vigente la hipoteca de la Fórmula I.

No siempre se da un final feliz y los valencianos mantienen vivo el recuerdo de la Devesa del Saler, rescatada al comprarse junto al lago de la Albufera, por un millón de pesetas a la Corona (Alfonso XIII) en 1911.

 Con la recurrente excusa de la creación de empleo y riqueza, el consistorio aprobó un plan edificatorio (56 torres, 2.250 apartamentos, hoteles, golf, hipódromo,..) sobre 800 hectáreas de bosque. Naturalistas, como Ignacio Docavo o Félix Rodríguez de la Fuente, fueron los primeros en oponerse.

 La movilización social y el decidido posicionamiento del diario Las Provincias paralizarían la urbanización de un valioso espacio natural, aunque fueron necesarios cuantiosos recursos económicos para expropiar los solares vendidos y realizar la regeneración paisajística recuperando el primitivo hábitat.

La cara más amarga la ponen los vecinos de Nazaret, que han visto cómo la infraestructura portuaria devoraba toda su playa a la vez que absorbía más de sesenta hectáreas de su preciada huerta para habilitar una Zona de Actividades Lógísticas -ZAL-, que cinco lustros después continua sin utilidad alguna. Y nadie se sonroja de no pedir disculpas por el sufrimiento causado a los afectados.

Alto precio se ha pagado en aras de un desarrollismo turístico e industrial, en muchos casos abusivo y con una planificación cuanto menos desafortunada y de espaldas tanto a la sostenibilidad ambiental como a la memoria física, cultural y antropológica de la población.

Demasiadas temporalidades en conflicto, excesivo cúmulo de luces y sombras cuando de no de fraudulentos engaños, ¡cómo para no exigir ahora gobernanza, participación y consenso para un proyecto que marcará el devenir y el modo de vida de los valencianos!

https://www.lasprovincias.es/comunitat/opinion/futuro-relacion-puerto-20191021001950-ntvo.html

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