MUSEO Y CIUDAD: A PROPÓSITO DE SAN PÍO V.
13 septiembre, 2015
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MUSEO Y CIUDAD: A PROPÓSITO DE SAN PÍO V.

 

Javier Domínguez Rodrigo.

Arquitecto.

 

Los museos, privilegiados lugares para la exhibición de objetos de culto, son los grandes santuarios iconoclastas del siglo XX. Y los arquitectos Ieoh Ming Pei, Frank Gehry, Rem Koolhaas, Robert Venturi, Jean Nouvel, Herzog & de Meuron, Zaha Hadid y Santiago Calatrava  son los chamanes de una abundante floración de megalómanas actuaciones (Gran Louvre, Guggenheim,) que ha sucumbido a la tentación del espectáculo colonizando periferias (Bilbao,…) y recintos históricos (París, Rijksmuseum -Ámsterdam-,…).

 

Muchos de esos templos (Pompidou, Thyssen-Bornemisza, Tate Gallery, …) son empresas boyantes favorecidas por un turismo de masas ávido tanto de un bautismo cultural, como de un recorrido iniciático por unos escenarios prime interminablemente reproducidos por los medios de comunicación.

 

Valencia no ha sido ajena a esa mutación comercial y consumista del mundo del arte y el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe con su colosal desmesura y sobrecostes de infarto (más de 100 millones de euros) ilustra las consecuencias del despilfarro y de la torpeza en la planificación, al pensarse que con un edificio-icono de firma no harían falta ni colecciones, ni programas.

 

Tampoco el Museo de la Ilustración -Muvim- con su polisémica estructura, diáfana y flexible, ha contribuido a mejorar la oferta museística de la capital del Turia, aunque la magia de la arquitectura blanca del sevillano Guillermo Vázquez Consuegra conmueve por su rigor geométrico y abstracta integración en el entorno del antiguo Hospital General.

 

Sin embargo, es el negligente y secular abandono (hacinamiento de sus fondos, ruinas parciales, desprendimientos, robos,….) del Museo de Bellas Artes, el que mejor evidencia el fracaso de las erráticas políticas museográficas de la Generalitat emprendiendo costosísimas nuevas creaciones (IVAM,…) pero incapaz de preservar dignamente las ya existentes.

 

Lamentablemente los problemas organizativos, funcionales y económicos de la pinacoteca auspiciada en 1768 por la Real Academia de San Carlos vienen de antaño. Desde 1838 ambas instituciones comparten sede en el convento desamortizado de los carmelitas calzados de El Carmen, que durante la Guerra Civil sirve de almacén del Tesoro Artístico cobijando grandes obras maestras evacuadas del Prado.

 

Tras la contienda se produce el traslado (1942) al Colegio seminario de San Pío V, cuya precaria adaptación diseña Javier Goerlich. La falta de recursos será constante y el conjunto monacal carecerá siempre de un plan de modernización y ampliación para albergar sus magníficas colecciones pictóricas (tablas góticas, cuadros de Velázquez, Goya, El Greco, Sorolla,…).

Paradójicamente los problemas se agravan con la democracia y el endémico desencuentro (UCD, PSOE, PP,…) entre el Ministerio (titular) y la Consellería (gestora) se salda con un proyecto inconcluso, troceado (cinco fases) y con un programa de necesidades (salas, archivos,…) obscenamente recortado.

 

Resulta incomprensible que jamás se pensara en la adscripción al Museo de su vecino monasterio de la Trinidad. Hubiera sido la propuesta más fácil y lógica. El propio Consell de Cultura reclamaba su adquisición y destino público. A la recuperación del magnífico cenobio fundado en 1242 y deshabitado tras la marcha de las últimas monjas de clausura, se añadía la ventaja de poder resolver los graves problemas de accesibilidad de la pinacoteca.

 

Porque es absurdo que todavía no se haya peatonalizado su entorno y que un monumento declarado Bien de Interés Cultural desde 1962 tenga que supeditar su entrada (graderío semicircular descendente) a las exigencias de una vía de tráfico rápido, que la separa del antiguo cauce.

 

San Pío V y la Trinidad deberían conformar un original Campus museístico y didáctico, con una solución similar a la de Moneo en el Prado (agrupación de edificios próximos: Casón del Buen Retiro, Salón de Reinos,…, paseos del arte en superficie,…).

 

Igualmente debería generarse una importante galería subterránea de conexión que la intercomunicara, creando un acceso directo desde el Jardín del Turia que facilitaría su reconciliación con la ciudad. La Museumsufer o ribera de los museos de Frankfurt y el Triángulo del Arte madrileño constituyen ejemplos de éxito de cómo el ocio pedagógico y la puesta en valor de las artes plásticas y escénicas fortalecen la identidad urbana.

 

San Pío V necesita decidir su papel en el futuro mediante un Plan Museológico que resuelva las múltiples disfunciones que padece y que difícilmente se solucionaran con una endogámica y menguada ampliación.

 

Urge desechar esa visión insularizada recomponiendo el mapa expositivo local, lo que exige que el IVAM deje de dar la espalda al Carmen y su excelente arte urbano, que la Ciudad de las Artes sea algo más que un mediático parque de atracciones y que San Pío ejerza su liderazgo narrativo mejorando su presencia (talleres al aire libre, restos arqueológicos del Palacio Real,…) sobre los jardines históricos (Viveros,…) que lo rodean.

 

Esperemos que el nombramiento del arquitecto  José Ignacio Casar Pinazo como director ponga fin a la interminable feria de vanidades del periodo anterior y facilite el fin de las rivalidades y el principio de las sinergias entre los responsables culturales. Porque los museos valencianos deben recuperar el protagonismo urbanístico y ciudadano redefiniendo sus discursos y competencias, para promover el enriquecimiento del patrimonio cultural valenciano.

 

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